Carlos Germán Palafox Moyllers
De acuerdo con datos publicados por la Secretaría de Economía del gobierno federal, Sonora logró colocarse como la segunda entidad federativa en el país, y la primera de la frontera norte de México, en cuanto a recepción de flujos de Inversión Extranjera Directa (IED) con un monto de 2,706 millones de dólares acumulados durante 2023; la cifra más alta desde que se tiene registro.
En 2023 la IED en el país, de acuerdo a los datos de la Secretaría de Economía, alcanzó la cifra de 36 mil 58 millones de dólares. Sin contabilizar los movimientos generados por la fusión Televisa-Univisión y la reestructuración de Aeroméxico (que puede considerarse como una observación atípica), la IED en 2023 observó un crecimiento de 27 % con relación al 2022.
Fueron los estados del norte y la Ciudad de México las entidades que concentraron alrededor del 50 % del total de la IED en el país. En primer lugar, estuvo la CDMX, que recibió el 31 % de esos flujos de inversión, seguida del estado de Sonora con el 8 %, y Nuevo León con el 7 %. Diez entidades federativas concentraron el 76 % de los flujos registrados.
Estos resultados respaldan la opinión positiva que se tiene acerca de la estabilidad macroeconómica del país, lo que facilita un buen ambiente de negocios y resulta en un importante atractivo para los inversionistas extranjeros, factor indispensable para el crecimiento de la actividad económica nacional, regional y estatal.
El fenómeno de relocalización (nearshoring) de empresas durará al menos la próxima década, ya que la disputa comercial en curso entre China y Estados Unidos, en lugar de resolverse, se intensificará, sin signos de un acuerdo inminente. Asimismo, las condiciones geopolíticas derivadas del conflicto armado entre Rusia y Ucrania favorecen la llegada de nuevas inversiones a México, ya que la cadena de suministro europea se ve seriamente afectada por la falta de componentes automotrices provenientes de Europa del Este y por la dependencia energética de Rusia.
Aunque algunos economistas y grupos empresariales del país se muestran escépticos sobre esas oportunidades, en el exterior se muestran optimistas y nos ven con mucho mejor futuro. Algunos analistas internacionales señalan que el nearshoring podría añadir hasta 8 puntos de crecimiento al PIB de México en los próximos siete años; otros especialistas también mantienen una postura favorable, y consideran que las exportaciones mexicanas, las cuales actualmente representan poco más del 40% del PIB nacional, podrían alcanzar valores superiores al 50% en el mediano plazo, eso sí, siempre y cuando el efecto de la relocalización se mantenga consistente para el país.
Midiendo el nearshoring en México
Existen varias formas para medir el efecto del nearshoring en México. Un indicador podría ser el crecimiento en la demanda de parques industriales; el otro, la medición de los flujos de inversión extranjera directa (IED) que llegan al país. Ambos indicadores no son instrumentos perfectos para medir los flujos de nearshoring, pero sí arrojan información importante para estimar la magnitud de éstos.
En lo que respecta al indicador de la demanda de parques industriales, la Asociación Mexicana de Parques Industriales Privados (AMPIP) reporta que, para antes de 2022, en promedio a nivel nacional la disponibilidad de naves industriales fue de entre 6 y 7% aproximadamente, mientras que para 2022 esa cifra bajó a 2%. En el 2023 en algunas zonas de la frontera norte del país la disponibilidad fue cercana al 0%, pero actualmente hay alrededor de 50 nuevos parques industriales en México en distintas etapas de construcción. Según la AMPIP, poco más del 40% del crecimiento en la demanda de parques industriales proviene de empresas chinas que están llegando a México. Este indicador de parques industriales nos hace pensar que el nearshoring es real y se está presentando con más fuerza en el norte del país.
El modelo económico de la Cuarta Transformación en Sonora
Desde los años 40 y hasta mediados de los 70 del siglo pasado la actividad económica del estado se sustentó principalmente en el sector agrícola, pero una vez agotado los alcances de ese modelo, a mediados de los 70, la estructura productiva tuvo un cambio sustancial, iniciándose la secundarización de la base productiva, aunque este cambio en la dinámica del crecimiento económico no se especializó en actividades difusoras de conocimientos que tienen mayor valor agregado, ni transcurrió en el marco de un proceso armónico entre agentes internos, los empresarios locales, y agentes externos al estado y al país, con el cual se hubieran podido aprovechar las ventajas del comercio exterior.
Lo que pasó, como ya sabemos, fue la liberación comercial de los años noventa como medio de crecimiento económico, al mismo tiempo que la industria manufacturera de exportación basada en la IED se convertía en la actividad productiva clave para la dinámica económica del estado, aunque con salarios presionados a la baja y estancados debido a la política que adoptó el Estado, orientada a atraer capital extranjero a través de costos laborales “competitivos”.
Llegado el siglo XXI, la economía sonorense empezó a vivir un auge exportador sin crecimiento, atrapada en actividades industriales de relativamente poco valor agregado y con salarios comparativamente bajos y estancados con relación a los niveles de productividad.
Y aunque actualmente todo indica que el gobierno estatal busca potencializar el auge exportador, la diferencia es que ahora lo hace incorporando a la estructura productiva actividades económicas de mayor valor agregado. En efecto, de exportar solo manufactura maquilada y productos agrícolas y agroindustriales, se está pasando a exportar productos con alto contenido tecnológico en sectores estratégicos de la economía internacional, como son las energías renovables y los componentes electrónicos.
Y algo muy destacable en la incorporación de esas actividades económicas, es que no se desatiende la dimensión social del crecimiento económico, en el que la pobreza, la desigualdad y la seguridad laboral son cuestiones muy relevantes
En el marco de la Cuarta Transformación, y guiado por sus principios políticos y económicos, el gobierno federal ha impulsado la recuperación del Estado en la rectoría de importantes sectores económicos, así como el diseño de políticas industriales no ortodoxas. Bajo el nuevo modelo de desarrollo económico internacional, el de globalización fragmentada, el presidente Andrés Manuel López Obrador y el gobernador de Sonora Alfonso Durazo Montaño han diseñado el proyecto integral Plan Sonora que incluye la explotación del litio, un mineral necesario para la producción de baterías para vehículos eléctricos; la producción de semiconductores; el desarrollo de plantas de energía limpia, y; la planta de licuefacción de Puerto Libertad.
No hay duda de que, ante el nuevo modelo de desarrollo económico internacional, ése y otros proyectos de gran calado permitirán seguir fortaleciendo la competitividad de nuestra economía estatal e incrementar la importancia de Sonora en el plano nacional e internacional.
El nuevo modelo que se implementa en Sonora está despertando al gigante dormido del letargo que le provocaron los gobiernos anteriores, y al cual el gobierno de Alfonso Durazo también le está reconociendo y atendiendo en sus implicaciones sociales y humanas.