Alejandro Matty Ortega/Irreverente Noticias/Corresponsal en México
Ciudad de México (IN).- Los Gobiernos de México y Estados Unidos abandonaron a más de 100 familias contaminadas por radiación en Sonora.
Por 9 años, la Secretaría de Salud del Estado y el Hospital de la Universidad de Arizona ocultaron estudios clínicos donde se evidencia la afectación provocada por la exposición al material radiactivo Cobalto 60.
Caída de pelo, sangrado por la nariz, cansancio y cáncer incurable, son sólo el comienzo del largo «Viacrucis» de los Ríos Fimbres y otras 100 familias más en Sonora.
Así inicia un trágico y doloroso peregrinar por más de 15 años de este centenar de familias mexicanas contaminada por radiación por Cobalto 60 detectada en las varillas con las que construyeron su vivienda en la colonia Altares, en Hermosillo.
«Estamos muriendo, todos en la familia tenemos cáncer por exposición a la radiación en nuestra casa», expresó Dulce María Fimbres Barceló.
Reclamó a las autoridades por ocultar los resultados de los análisis clínicos realizados en la Universidad de Arizona desde el 2012 y 2014.
«Aunque ya nos arruinaron la vida, no nos vamos a rendir, seguiremos luchando hasta que logremos justicia junto a más de 100 familias afectadas por radiación en la colonia Altares», aseveró Dulce María.
Además de Cobalto 60, se confirmó en los materiales de construcción
Tantalo, Uranio y Torio.
Así lo demuestran los documentos entregados al reportero de este medio binacional IRREVERENTE NOTICIAS la tarde de este jueves 7 de diciembre.
Dulce María Fimbres destaca que «y por la orina, estamos desechando Reutenio 106, que es de una Central Nuclear de Estados Unidos».
«Es indignante que nos hayan ocultado por 9 años estos resultados, todos con cáncer en la familia, son daños irreversibles», lamenta.
Jesús Ríos León y Dulce María Fimbres Barceló exponen que desde el 2012 hasta este 2023, la Comisión Estatal de Derechos Humanos ha sido omisa e indiferente a sus denuncias.
«Definitivamente, es un crinen de lesa humanidad», precisa Jesús Ríos León.
Describen que una vez más acudieron a repetir y actualizar la queja contra diversas autoridades estatales como la Secretaría de Salud.
Plantean que como gobernadores, Eduardo Bours, Guillermo Padrés, Claudia Pavlovich y hoy Alfonso Durazo, fueron indiferentes a las denuncias por radiación en Sonora.
Ríos León asegura que ningún gobernador ni la ex gobernadora atendieron el caso de su familia enferna por la exposición al Cobalto 60 en las varillas contaminadas con las que se construyó su vivienda en la colonia Altares.
Desde el 2007, la familia Ríos Fimbres ha denunciado las afectaciones en su salud sin que ninguna autoridad estatal, federal o internacional, atienda sus demandas.
Ni Felipe Calderón, ni Enrique Peña Nieto, ni el presidente Andrés Manuel López Obrador, escucharon el clamor de la familia de la colonia Altares, Hermosillo, Sonora.
«Sin saber, en la familias Ríos Fimbres morimos antes de nacer por radiación por Cobalto 60 en nuestra casa», exclama agotado y enfermo de cáncer Jesús Ríos León.
El esposo y padre de familia con expediente, en mano narra el calvario que por más de 15 años ha enfrentado ante la indiferencia del Gobierno de la República y Gobierno del Estado.
Hoy, la indiferencia del presidente Andrés Manuel López Obrador y el gobernador Alfonso Durazo Montaño quienes conocen el caso, es más fría que en sexenios anteriores por el avance y complicación de múltiples cánceres que invaden los cuerpos de los 5 integrantes de la familia sonorense.
Los documentos centrados en análisis clínicos y estudios médicos en México y Estados Unidos revelan, en un principio, la existencia de Cobalto 60 en las varillas contaminadas con las que construyeron su vivienda en la colonia Altares, en Hermosillo, Sonora.
La presencia de 24 metales radiactivos en sus cuerpos, día a día acaba con sus órganos vitales.
El cáncer los carcome en vida.
Cáncer en la piel, ojos, columna, huesos, hígado, riñones, pulmones, son parte de las afectaciones por la radiación que invade sus cuerpos.
Por si las múltiples enfermedades mortales fueran poco, el Infonavit les sigue cobrando la vivienda contaminada ya liquidada hace varios años.
La tragedia no culmina ahí.
Hoy viven en condición de indigencia ante los gastos médicos que han enfrentado todos estos años con la esperanza de sobrevivir, ser atendidos por las instituciones y lograr la justicia en México.
Hoy, la familia Ríos Fimbres lleva más de 4 mil 500 días sin justicia, tras denunciar radiación en su vivienda de la colonia Altares, cuya contaminación invadió sus cuerpos.
Exigen al gobernador Alfonso Durazo Montaño ser atendidos a más de 15 años de ser ignorados por el Estado mexicano.
Jesús Ríos califica la radiación en Sonora como un crimen de lesa humanidad.
Su lucha es ante la indiferencia de las autoridades de Salud desde hace más de 15 años.
Ríos León insiste en que los graves casos de afectaciones por radiación en el Sur de Hermosillo y Río Sonora, son crímenes de lesa humanidad.
Por más de 30 años, el tema de las casas construidas en la colonia Altares de Hermosillo, con varillas contaminadas con radiación, ha sido una verdad ocultada por las autoridades de México y Sonora.
La famillia Ríos Fimbres ha denunciado al reportero de este medio binacional, la negligencia de diversas autoridades de Salud y Energía del Gobierno de la República y del Gobierno del Estado de Sonora.
Invisibles
Jesús Ríos León asegura que “me da tristeza ver cómo las autoridades desde el 2007 nos ignoran».
Jesús narra el cruel «Viacrucis» que han padecido con todos los integrantes de su familia enfermos de cáncer, contaminados la radiación producto del Cobalto 60 contenido en el acero con el que se fabricaron las varillas que fueron a parar a las viviendas de Altares.
Desde hace 15 años, el padre de familia sonorense ha denunciado su caso a las autorudades estatales, gobernadores, alcaldes, presidentes de la República, diputados, Comisión Estatal, Nacional e Interamericana de Derechos Humanos y nadie los ha atendido.
Incluso, la denuncia la elevaron a Greenpeace y autoridades de Estados Unidos y nada.
«¿Cuántas familias estarán enfermas y contaminadas como nosotros, con altas concentraciones de metales y no lo saben?», cuestiona Jesús.
Considera que técnicamente no han sido atendidos porque los hospitales no tienen tecnología para detectar la contaminación de los pacientes, «menos si el Gobierno no busca la manera de atenderlos, por eso fuimos también a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos”.
Ríos Fimbres
Hoy en día, la familia Ríos Fimbres presenta afectaciones como dolores de cabeza, columna, pulmones, problemas motores, neurológicos y neuropatías periféricas que les impide caminar, “son muchas las afectaciones y sin un tratamiento a seguir».
Expone que «no sabemos qué debemos comer y de todo contamos con estudios hechos por especialistas nacionales y extranjeros”.
Jesús Ríos León declara que desde el pasado 25 de octubre del 2002, adquirió la vivienda marcada con el número 3 de la calle Manuel Rivera Zamudio de la colonia Altares, Sección Franciscanos y que al paso de 5 años, en noviembre del 2007, se vieron en la necesidad de internar a Dalia María, una de sus hijas, por una inflamación en el cuello.
Después del chequeo médico practicado por personal del Hospital Infantil del Estado de Sonora (DIF), se detectó un absceso por lo que el día 20 de noviembre de ese 2007 la intervinieron quirúrgicamente para extraerlo.
La preocupación y la sospecha de la existencia de material radiactivo en la vivienda de la familia Ríos Fimbres, los llevó a solicitar la intervención del entonces secretario de Salud en el Estado, Manuel Robles Linares, a través de Arbitraje Médico en diciembre del mismo año.
El daño
En enero del 2008, un nuevo absceso en el cuello de la menor Dalia María propicia una segunda operación y una serie de estudios Gamma gama de glándula tiroides que le son practicados día 15 de ese mes en la Clínica del Noroeste, mismos que continuaron hasta el 20 de junio y el día 26, le practican una biopsia.
Para el 9 de septiembre de ese año, nuevamente es sometida a una operación por tiroides y el 20 de octubre, el personal médico del DIF les notifica que la región operada de la menor está infectada con células cancerosas.
Al certificar la enfermedad de su hija –la segunda de tres hijos-, los señores Dulce María Fimbres y Jesús Ríos León recurren a varios hospitales y clínicas de la Ciudad para someter a la menor al delicado tratamiento médico y el 23 de octubre le realizan estudios de triglobulina; un día después, tomografía axial de tórax y TAC de cuello.
El día 28 de octubre del 2008, por tercera vez es operada de urgencia derivado de las complicaciones de la enfermedad por lo que los análisis clínicos constantes no se hacen esperar y durante todo el mes de noviembre, la joven va de lugar en lugar hasta el primero de diciembre, cuando en el hospital CIMA le es practicado un rastreo gamma gama.
Durante 10 días se encuentra en observación y el día 10 de ese mes, recibe una dosis de 150 mCi de Radio y Yodo; todo diciembre, Dalia María padece los estragos de las células cancerosas que cada vez, dañan su cuerpo.
Las pruebas
En enero del 2009, el señor Jesús Ríos León realiza un monitoreo especializado (con un Centilómetro y Gueiger) de detección de radiación en su vivienda donde detectó altas concentraciones tóxicas en paredes y piso, por lo que decide informar a las autoridades de la presencia tóxica en su vivienda que a la postre, ha dañado la salud de su familia.
“En la casa comenzamos a pensar que hay radiación al momento que a la niña se le dio un tratamiento de Yodo radiactivo que no le hizo efecto, además de que todos empezamos a sentir síntomas de agotamiento, pero no sólo en la familia, sino también en vecinos que están afectados», describe.
Apunta que «no podemos decir que la situación es la misma que la de nosotros, pero sí semejante; yo cuando me di cuenta de la radiación me di a la tarea de investigar y utilicé el equipo de detección y lo paseé por la casa y vi, que en la parte de los ´castillos’, se notaban anomalías muy fuertes, entonces el aparato empezó a ´chillar´ y supe que había radiación”.
Por ello acudió a la Unidad Municipal de Protección Civil a reportar el hecho y fue hasta marzo del 2009 que pidió la intervención del entonces subdirector de Protección Civil Municipal, Francisco Matty Ortega, para solicitarle al Departamento de Geología de la Unison que certifique la existencia del material peligroso.
El señor Ríos León manifiesta que “la Universidad se da a la tarea de investigar y me dicen que sí hay radiación y que se deben hacer estudios posteriores; entonces ahí, con apoyo del comandante Trujillo de Protección Civil del Estado, nos ponemos en contacto con la Comisión Nacional de Seguridad Nuclear y Salvaguardia, entonces vino el día 12 de octubre y hace el estudio».
Precisa que «después de un tiempo nos dan una respuesta absurda, después de explicarles las afectaciones que estamos sintiendo llegan con una prepotencia sugiriendo que nosotros habíamos enfermado a la niña”.
Por su parte, la señora Dulce María dijo que tenían entendido que la CNSNS “tenía la última palabra, que era la máxima autoridad en el oficio y que si la radiación en la casa no rebasaba el doble de la de afuera, no existe riesgo para la salud de las personas pero en el estudio de la Comisión sale que afuera da 10 y adentro 40″.
La familia Ríos Fimbres, la pareja y los tres hijos, todos presentan varias y serias enfermedades y cáncer que sólo se explica ser producto de las afectaciones por la radiación emitida por las varillas contaminadas usadas para construir su vivienda en la colonia Altares de Hermosillo, Sonora.
Altares
En un domicilio de la colonia Valle del Marqués vive la familia del niño Alán, quien perdiera la vida el pasado mes de julio del 2008 a consecuencia de las varillas contaminadas con las que se construyó su vivienda.
Leticia, madre del menor, se solidarizó con la familia Ríos Fimbres pues conoce el penoso peregrinar por el que atraviesa por la enfermedad de dos de sus hijos, Dulce y Jesús y el recuerdo reabrió sus heridas.
Derivado de las investigaciones realizadas por el reportero, los efectos dañinos a la salud de quienes habitan y/o habitaron este sector de la ciudad revelan que la presencia de altos grados de toxicidad radiactiva en sus hogares es, principalmente, la causa de malformaciones físicas y fisiológicas en centenares de recién nacidos, niños y adultos.
Como segunda razón, los vecinos del Sur de Hermosillo consideran que es la gran variedad de desechos químicos que fueron enterrados en el Cytrar pero que aún, las más de 350 mil toneladas de material tóxico ocultas en el lugar estarían contaminando el ambiente y la salud humana.
Durante más de 3 décadas, las autoridades de los tres niveles de Gobierno han mantenido total hermetismo en el tema pese a los resultados de los estudios realizados por especialistas del Departamento de Geología de la Universidad de Sonora y diversas empresas internacionales que se han interesado en esta problemática social y que advierten, del permanente peligro de muerte.
El 14 de diciembre de 1983, miles de toneladas de varilla radiactiva contaminada con Cobalto 60 fueron utilizadas por las empresas Falcón de Juárez, Fundival, S.A. localizada en Gómez Palacio, Durango; Alumetales, S.A. de C.V., de Monterrey, N.L.; Duracero, S.A. de C.V., de San Luis Potosí, S.L.P. y el principal comprador de chatarra del Yonke Fénix, Aceros Chihuahua, S.A. de C.V. (Achisa), principalmente para construcción.
A casi 40 años de ese incidente de impacto internacional, del cual las autoridades omitieron información a la opinión pública por presunta corrupción y tráfico de influencias con las grandes compañías acereras del País y del extranjero, la radiación ya afectó a varias familias sonorenses, como a la familia Ríos Fimbres, de la colonia Altares, de Hermosillo, que presenta diversas enfermedades y un lamentable caso de cáncer.
Desde principios del 2007, comenzaron las afectaciones a la salud de sus tres hijos, caso que han presentado ante las autoridades de los tres niveles de Gobierno quienes hasta el momento, han dado largas al asunto al mostrar indiferencia hacia los afectados que, al parecer, ha dejado la varilla contaminada con la que la constructora edificó su vivienda, que aseguran, no es la única.
A mediados de enero de 1984, una alarma del laboratorio nuclear de Los Álamos, en Estados Unidos, se activó, alertando del paso de un camión con toneladas de varilla procedente de la fundidora Aceros Chihuahua, S.A. de C.V. (Achisa).
Para febrero del mismo año, se produjeron un total de seis mil 160 toneladas de varilla y tres mil 470 toneladas de material en proceso (billet, redondo, liso, etc.) que se diseminó por el Sur de la Unión Americana y en 16 Estados del País:
Chihuahua, Sonora, Baja California Norte, Sinaloa, San Luis Potosí, Zacatecas y Guanajuato.
Además Morelos, Hidalgo, Nuevo León y Coahuila.
También Querétaro, Tamaulipas, Durango, Baja California Sur y Aguascalientes.
Durante el mes de enero de 1984, se exportó a Estados Unidos tanto varilla para construcción, como bases metálicas para mesas, fabricadas ambas a partir del material contaminado.
Hoy en día, las familias de las víctimas mortales y enfermas claman la atención de las nuevas autoridades estatales, federales e internacionales en materia de Salud, Energía y Derechos Humanos.
En tanto, la familia Ríos Fimbres aún en franca agonía, continúa en la lucha y se aferra a la vida como los valientes guerreros que son.
Una familia, ejemplo de vida en Hermosillo, Sonora y México.