EL ETERNO ENAMORADO DE HERMOSILLO, UNA HISTORIA DE AMOR QUE HAY QUE RECORDAR

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Alejandro Matty Ortega/Nece(si)dades

 

De niño, hace 44 años, conocí la historia de Arturo Chávez.

 

El llamado «Eterno Enamorado».

 

Por alguna razón, cada que entra el mes de febrero, lo recuerdo con nostalgia y cariño en una foto frente al aparador de «Novias Elegantes».

 

El local ubicado por por el bulevar Rodríguez, me parece.

 

Ahí, Arturo Chávez pasó varios años viendo un maniquí con un bello vestido de novia blanco en todo su esplendor.

 

Recuerdo que la gente mayor decía que estaba loco.

 

A mis 8 años, en 1980 no comprendía ese calificativo de «loco».

 

Yo veía a un señor aunque un tanto desalineado, enamorado y fiel al maniquí tras el cristal de aquel aparador.

 

Así, en ese tiempo, conocí cerca de mi casa a quien consideré «Mi primer amor», «Amor de Verano» o «El amor de mi vida».

 

Transcurrió mi niñez, adolescencia y juventud siempre recordando a Arturo Chávez, «El Eterno Enamorado».

 

Fue hasta 1990 que conocí la triste historia detrás del hombre que por una década me inspiraba ternura y admiración.

 

A principio de los años 60’s, Arturo planeaba casarse con una joven de nombre Esmeralda.

 

La boda sería en Cananea, Sonora.

 

Ahí mi bisabuelo llegó entre 1880 y 1890.

 

Mi abuelo fue alcalde de ese bello mineral por los años 30’s.

 

Ella, Esmeralda, murió una semana antes de la boda.

 

Él pidió que llevara puesto su vestido de novia blanco y elegante a su última morada.

La familia se lo permitió.

 

Así pasaron los años y siguió en el mismo lugar, hasta antes del año 2000 cuando murió.

 

Al parecer, los últimos años los pasó en la «Cruz del Norte».

 

Durante casi 20 años, «El Eterno Enamorado» inspiró a artistas, cantantes, cineastas, periodistas, locutores, actores y y escritores, nacionales y extranjeros, cautivados con su historia de amor.

 

Recientemente capturé una imagen similar de un capítulo de la serie de Estados Unidos «Blood Blue».

 

A mí, durante más de 40 años me inspiró a la bondad, la fe, esperanza y al amor.

 

Y todavía, a 44 años de esa lejana tarde de 1980 cuando yo era un niño que soñaba con ser poeta.

 

¡Feliz mes del amor y la amistad!

 

Febrero 2024.